Cómo elegir colores para pintar una casa o un negocio.- Probablemente esta sea la pregunta que más veces me han hecho durante mis años como profesional del interiorismo, esperando, cómo no, una respuesta rápida en forma de color. Y sin lugar a dudas esta también es la pregunta que más veces he dejado sin respuesta. Elegir los colores para pintar, da igual el qué, sin otro fundamento que la querencia personal por uno u otro color es un acto de irresponsabilidad que, por otra parte, podríamos utilizar como filtro o detector de calidad profesional.
No nos cansaremos de repetir que el diseño nace como respuesta a una necesidad, por tanto debe ser entendido como una herramienta para conseguir un objetivo, cubrir esa necesidad. En el caso de un diseño comercial el objetivo final, pasando por otros muchos, será vender más. En el caso de una vivienda podría ser que nos ayude a ser más felices.
Si ofreciéramos una respuesta inmediata a la cuestión planteada estaríamos desaprovechando el gran potencial del diseño, lo estaríamos reduciendo a una cuestión meramente estética. Es necesario recordar que el buen diseño es aquel que contempla un perfecto equilibrio entre factores estéticos, funcionales y estructurales.
Pues bien, ante una pregunta tan vacía a la hora de elegir colores para pintar una casa o un negocio yo siempre respondo a la gallega:
−Depende.
−¿De qué depende? −que diría mi poco admirado Pau Donés.
Pues depende del objetivo que pretendamos conseguir, y en base a esto elegiremos el color o colores para pintar. Veamos pues algunos de los posibles objetivos que podríamos pretender y los colores que pueden ayudarnos a conseguirlos.
Colores para pintar. Objetivos a conseguir
1) Psicología
La psicología del color es el campo de estudio que analiza el efecto de los colores sobre la percepción y la conducta humana. Aristóteles, hace más de 2000 años, ya se dedicó a su análisis relacionando los “colores básicos” con la tierra, el agua, el cielo y el fuego.
Los colores para pintar, infinitos en realidad, básicamente se podrían englobar en tres grandes grupos atendiendo a las sensaciones que provocan: Cálidos, fríos y neutros.
Los colores cálidos van desde los amarillos, pasando por los naranjas, hasta los rojos. Los colores fríos, verdes, azules y morados. Y los colores neutros, blancos, grises y negros.
Cada color es capaz por sí mismo de provocar ciertas sensaciones en la persona que debemos controlar como proyectistas o prescriptores, de ahí la importancia de la elección.
Por ejemplo, a la hora de seleccionar colores para pintar la consulta de un dentista o similar, los blancos o cremas serían una buena elección, puesto que denotan higiene, limpieza, pulcritud, paz, serenidad. También la gama de azules por sus propiedades relajantes y reflexivas. Por contra, deberíamos evitar colores rojos, naranjas o demasiado vivos/calientes porque provocarían alteración, excitación, movimiento… y a su vez evocarían, en este caso de forma negativa, a la sangre y el dolor.
Quizá en más de una ocasión te hayas preguntado por qué los museos son en su mayoría blancos. Precisamente porque este es un color que percibimos como ausencia de color, por ende como ausencia de sensaciones. A parte de esa serenidad que comentábamos son pocas las sensaciones que se desprenden del color blanco, de este modo conseguimos que los únicos elementos capaces de influir en el visitante sean las obras expuestas en el museo y no el propio espacio, otorgando el verdadero y único protagonismo al contenido y no al continente. Por regla general, dar protagonismo al producto es un objetivo en interiorismo comercial, de ahí que la gama de blancos sean colores para pintar muy utilizados en el diseño de puntos de venta.
En los restaurantes de comida rápida obramos de forma diametralmente opuesta y elegimos colores cálidos, vivos, intensos y eléctricos para mantener al visitante activo, despierto y en constante estado de excitación. De esta forma comerá rápido, pagará y se irá en el menor tiempo posible favoreciendo la rotación requerida por este tipo de establecimientos. Esta gama de colores también es la adecuada para zonas en las que se desarrolla cierta actividad impulsiva, fraternal, incluso romántica. Combinados con acabados brillos o mates y seleccionando el grado de saturación adecuado pueden ser ideales para salones, habitaciones de pareja, o puntos de venta impulsiva.
También debemos contemplar las sensaciones en función del país, cultura e incluso religión. Por ejemplo, el color blanco representa luto en algunas culturas y sin embargo aquí es el color que visten las novias. Algunos colores incluso pueden llegar a ser ofensivos en base a estos motivos y no es necesario proyectar en otras latitudes para tenerlo en cuenta, basta con que el efecto sea significativo para el target al que se dirige diseño en cuestión.
2) Asociaciones
Determinados colores siempre se asocian a determinados conceptos siendo prácticamente inseparables el uno del otro. El ejemplo más evidente es el color verde que incluso ha llegado a funcionar como el sustantivo o nombre con el que se denomina a una actitud o forma responsable de obrar para con el medio ambiente.
Si tratamos un proyecto con valores ecológicos, sostenibles y eficientes, el color verde y sus acompañantes naturales, marrones principalmente, serían una paleta de colores adecuada.
Otra asociación habitual es relacionar el rosa con el sexo femenino y el azul con el masculino, sobre todo cuando diseñamos espacios infantiles. Una vez entendido el concepto y realizado el análisis, en determinadas ocasiones puede ser conveniente romper este tipo de asociaciones en pro de la singularidad del espacio.
3) Razones volumétricas
La capacidad de alterar la sensación de volumen de un espacio utilizando el color es bien conocida. Seguramente has visto/sufrido como una habitación “cambiaba” de tamaño al variar el color de la pintura.
Nos ocurre a menudo que, cuando un cliente visita una obra con tabiquerías de ladrillo suele salir decepcionado con el espacio porque “se lo esperaba más grande”. Curiosamente, debido a la influencia del color entre otras, esa sensación reductora fruto de la escasa luz reflejada por el ladrillo, desaparece una vez van apareciendo los colores definitivos, si estos son claros, o se acentúa si los colores elegidos son oscuros.
En resumen, los colores claros aumentan la sensación de volumen a la par que transmiten sensaciones livianas, volubles y ligeras. Con los colores oscuros sucede lo contrario. Así mismo, los acabados brillantes acentúan estas sensaciones mientras que los satinados y mayor medida los mates tienden a “reducir” los espacios y otorgar mayor peso a aquellas superficies que tiñen de color.
Una vez más llegamos a la conclusión de que el diseño es una herramienta de tremendo potencial para las personas y negocios. Lejos de ser una mera disciplina a la búsqueda de valores estéticos, el interiorismo puede hacer más por ti de lo que imaginas. Aquí tienes un pequeño ejemplo sobre lo que puede hacer un diseñador de interiores por un negocio: 3 razones para contratar a un diseñador de interiores comerciales.
Imagen: Estación Cabo Branco en João Pessoa (Brasil) de Oscar Niemeyer. Fotografía por GeoNando vía Compfight cc